domingo, enero 01, 2006

 

Crisis, What crisis?

Únicos textos rescatados del naufragio. Protegidos de la luz para evitar la erosión.

miércoles, julio 06, 2005



Del cielo han caído hasta hacerme despertar, las semillas de luz y de sol, las semillas de vuelos de ave y nubes, las semillas de pupilas y de iris.
Las semillas en forma de corazones nobles, y miradas sencillas, y manos que se estrechan, y hombros que se arriman. Besos que curan las heridas, semillas en forma de lágrimas de alegría:

Que quiero pintar mi fachada de otro color. Y mirarme al espejo con ventanas nuevas, sin persianas, para que la luz pueda entrar al fondo de la habitación y desenmohecer las venas.

Que quiero extender mis brazos hasta plantar en la tierra las ideas buenas, que quiero bañarme desnudo en el mar de la tranquilidad, y tender mi mano llena de semillas a quien las quiera sembrar.


domingo, julio 10, 2005
Tenía el acordeón...



...apoyado en la cintura, medio caído, haciendo un descanso en ese mediodía lisboeta, con más calor que frío, y con los piés algo doloridos; prácticamente enfrente de la estatua del Sr. Pessoa.
Lo ojos maquillados al estilo gótico, el pelo rapado por delante y con rastas por detrás. El color negro de sus ropas acentuaba la palidez de su rostro. Era rubia y jóven y, sí, tocaba el acordeón. Un acordeón negro y blanco, y a sus piés la funda del mismo, conteniendo unas monedas.

Miraba de soslayo ora al instrumento, ora al grupo de blancos y negros, nórdicos y latinos, musulmanes y cristianos; turistas despistados en su mayoría que, como yo mismo, apuraban el café y el croissant relleno de york y queso. La pausa del turista antes de seguir caminando por las empinadas calles de ese barrio.

Ya había tocado, pero apenas la había escuchado porque estaba preocupado de tomar asiento en el café y de hacerme oir por el camarero. Entonces, en una especie de calma del bullicio, tomó el acordeón entre sus dedos y comenzó a tocar. Cogió la voz con sus cuerdas vocales y comenzó a cantar. Sonaba a fado, pero en un idioma ininteligible para mí. Pero sonaba bien, y, por momentos, ya no importaba más que la muchacha de rastas que tocaba el acordeón y cantaba fados.

Pero no era sólo yo. Miré alrededor (me gusta observar las actitudes de las personas en situaciones como esta) y la mayoría de personas habían olvidado sus conversaciones y estaban concentradas en la canción.
La muchacha terminó, y, entonces, ocurrió. Los blancos y negros, los nórdicos y los latinos, los musulmanes y los cristianos nos pusimos de acuerdo. Aplaudimos al unísono. Con esa espontaneidad más allá de la obligación a aplaudir que tienes en un concierto con entrada. Con la espontaneidad de quien acaba de contemplar arte en alguna de sus expresiones.
Y el arte está por encima de las diferencias.

Lo mejor estaba por venir. La muchacha se nos quedó mirando primero, después intentó una reverencia, como los artistas de televisión, aunque se quedó en intento. Y, finalmente, empezó a llorar.

Muchos nos acercamos a decirle en algún idioma reconocible si quería algo, o, simplemente, que tenía una gran voz, ...., Pero ella estaba allí, absorta, saboreando todavía el aplauso. Y lo que no sabrá es que yo al escribir esto, me quedé absorto, recordando su voz.


martes, julio 19, 2005
Descenso


Balance, 18 meses después del descenso al Infierno sin parada en el purgatorio. No había nada que reconsiderar, tan sólo descender y descender, esperando a que las ramas pararan la caída antes de que el sonido de los huesos al romperse lo llenara todo.

Pero tuvieron que romperse. Y es que parece que a veces no hay más remedio que la catarsis total. Aprender de nuevo a leer (que no es juntar letras), aprender de nuevo a hablar (que no es mover los labios), aprender de nuevo a respirar (más allá del acto mecánico).

Las risas de mi alrededor me elevaron hasta la camilla de operaciones. Las risas de mi interior trataban de soldar todos los huesos. Las miradas del cirujano empezaron a cambiar a medida que transcurría la operación. Ahora es limpia y ufana. Pero no todos están satisfechos. El enfermo tiene buen color, pero sigue necesitando muletas.

Sigo en guardia. Porque el ogro respondón puede volver en cualquier instante para devorar al primer niño que encuentre en su camino. Entiendo la desconfianza en mí. El hombre es el único animal que tropieza más de 1.000 veces en la misma piedra. Probablemente el único que puede rectificar 1.001.







martes, julio 26, 2005
Burbuja


Ciertos días amanezco mudo, porque muchas noches anochezco ciego -"pero no me hagas caso, lo que me pasa es que este mundo no lo entiendo"-.
El mundo anda encerrado en millones de burbujas, tantas como seres. Y, enjaulados voluntaria o inconscientemente, no pueden oirse los unos a los otros. No pueden oir los gritos alrededor. No puedo ni oir mi propia voz pidiéndome ayuda.

No pueden escuchar siquiera el sonido del mar, No pueden tocarse, no pueden sentirse, no saben (sabemos, sé) sentir. Y se escapa el aliento en olas de demagogia, en espumas que se enfrentan al rompeolas en vanos intentos por remontar la orilla.
En fútiles esfuerzos de escasos remeros ante el fuego de San Telmo.
Noches negras como esta sobre mi empapillada neurona.
Sí, a noches amanezco, a días prefiero quedarme en la cama.

¿Me prometes que si me duermo esta noche, vendrá a visitarme esa dama vestida de verde que se llama Esperanza?, ¿Prometes que si venzo al insomnio mañana ya no seré mudo ni esta noche ciego?...

...demagogias



jueves, julio 28, 2005

Algo le pasa a su sueño - dijo preocupado el doctor, mirándome al ombligo.
¡Cielos!, ¿Qué? - respondí en su momento, presa del desasosiego (y de un ataque Scarlata O'Hara, todo hay que decirlo).

No lo sabemos exactamente, no sigue los parámetros. Es errático, ecléctico, extraño, morfológico y sintáctico. Acusativo y Hablativo. Espeluznante, es delirante. No es humano, no huele bien ¿acaso no utiliza desodorante?.

Desodorante para el sueño, me dije yo, ¿ y este que habrá tomao esta tarde?
Y Doctor, ¿Qué podemos hacer?

Pero él seguía y seguía (Como un Cyrano haciendo gala de agilidad en la rima):

Sr Nostak, su sueño se altera, su sueño le altera, su sueño no es ni siquiera suyo.
¡Ah, no! - respondí, alzando la voz por encima del biombo - color crudo -, y levantando un dedo (el índice, de eso me acuerdo). ¡Hombre!. ¡Hasta ahí podíamos llegar!.- La voz rebrincaba ya por encima de los oidos del doctor y se clavaba en su paladar.

Pero el Sueñólogo doctorado y experto cogió el dedo y lo dejó otra vez sobre el puño. ¡Tómeselo en serio!, ¡Qué no estoy de broma!. Usted sufre de la enfermedad del sueño, punto y coma.

¡Ay madre!, ¿También tengo enfermo el sueño?,Pero ¿Qué le hice a la genética en anteriores vidas?, ¿Acaso fuí inquisidor?, ¿Un asceta?, o peor, ¿Un Trovador?.

Y el caso es que me llenaron de cables de cabeza a piés. Mi cabeza cual mitológica Medusa repleta de serpientes que eran latiguillos negros cogidos en mí.
Mi cuerpo, con lociones extrañas, geles nada nutritivos y sensores que medían hasta las posibles radiaciones de mal humor que pudiera emanar.
¿Y los piés?, "amos a ver" ¿Pero que tienen que ver los piés con lo que pasa en la cabeza?.
Pues nada, los piés también llenos de cables - Y sin rechistar, que decía el ayudante, vamos el pasante del sueño.


2 Meses han pasado. Han llegado los resultados. Todo bien.
He cambiado de sueñólogo. Creo que no cambiaré de sueños.


miércoles, agosto 24, 2005
9 vagones (...& 1/2)



Cuando se abrió la puerta del vagón donde estaba sentado y apareció ante mí el revisor, no pude sino sorprenderme al ver que en vez de picabilletes, portaba el estuche de lo que no podía ser sino un violín.
Casi se materializó en sus manos y, sin solución de continuidad, empezó a sonar una melodía que, por momentos, me recordaba a los viejos indios americanos.

Yo miraba a mi alrededor sin comprender, buscando la aprobación de los demás. Pero, lejos de encontrar esto, lo que ví fueron miles de ojos sonriendo al revisor; mientras este me indicaba que me levantara y le siguiera. Comenzaba el camino de "mi conversión".

El siguiente vagón estaba etiquetado como "El vagón del mediodía". Siempre siguiendo a "mi maestro" de ceremonias entré y me abordó un extraño ser, muy parecido a un pollo despeinado. Resultó ser una marioneta manejada por un tipo moreno de pelo largo, flanqueado por dos mujeres de pelo rojizo. Los tres hablaban a la luz de 2 velas sobre la amistad en el mundo y de sus labios partían - hasta entonces para mí, insospechadas - caricias con apariencia de fonemas.

La mujer mayor, rubia, de ojos azules se levantó para cederme su asiento. Yo le dije, no, es suyo, le hace más falta que a mí. ¿Seguro?, contestó, y partió volando, por encima de las cristaleras de la iglesia protestante que se enclavaba en el centro del tren. En el asiento, un libro de salmos con mi nombre, que, al abrirlo era capaz de traducirse a cualquier idioma, pues era el libro del sentimiento.

Ya totalmente desconcertado entré en otro de los vagones, "El nocturno" rezaba su leyenda en la puerta.
Allí el sonido del violín se intensificó y un nórdico de extraño acento me cantó y contó el romance de Pepe Pinto. Lloré de emoción, y esas dos primeras lágrimas fueron a ponerse, a modo de diéresis, en la primera vocal del nombre de la ciudad destino; impronunciable hasta ese momento.

Fué entonces cuando el revisor me miró y dijo: "¿Su violín, por favor?".


martes, agosto 30, 2005

Las muñecas se adornaban con manecillas inquietas, el cerebro con nombres sin cara, los ojos sólo con las pestañas, los dedos con el vacío del aire y de silencios imprudentes los labios.

Y al sentir ese nuevo viento recorriendo la espalda arranqué la memoria del cerebro y la posé donde le corresponde, en el corazón. Para adornarlo con caras de las que no conozco el nombre pero sí el alma, para llenar la retina de miradas y los labios de temerarias palabras. Aprender a hacer filigranas con los dedos, de tal modo que sugieran un lenguaje que no necesite traducción.


Sí, ahora las muñecas están cubiertas únicamente por un manto tribal, permanente. Abandonado el reloj en el cajón desastre. Ya siempre llego tarde, ya siempre tengo tiempo.



viernes, septiembre 02, 2005
Mi vecino el Gallo


Me gustaría saber el porque de tu comportamiento. Sí, ¡por ventura!. Porque antes, antes anunciabas el fin de las sombras, la venida del alba, con un kikirikeo cual voz aterciopelada.
Pero ahora, ¡señor!, ahora andas desafinado, incluso desaliñado, sin compostura; vamos, poco gallo.

¿Has copiado a tu vecino y mandaste el reloj a paseo?. Porque ya no te conformas con alardear de estirado y de madrugador. Parece que ahora quieres hacerte el puntual, el tañidor de todas las campanas que suenan a destiempo. Y me haces despertar, hasta perder el aliento.

Y es que ya, ya no lo aguanto, tu mirada perdida, tu manía de dar las horas en punto. Es más, hasta las medias quieres dar. Y no, no te lo tomes como un insulto
Pero, No, no lo aguanto, ¿Quién te enseño, ¡Por el amor de Dios! a cantar - como si fuera Navidad-también los cuartos?.


martes, septiembre 13, 2005
10.000 botellas pintadas y un Buick



La sirena anunciaba el fin del viaje en el carrusel. Y sin embargo, no tenía ganas de bajarme. Me llamaba la atención un Buick descapotable que se veía en el centro del jardín.

Me acerqué con sigilo, abrí la puerta y me senté atrás, en el centro. Extendí los brazos a ambos lados y le susurré al conductor imaginario que condujese despacio y encendiese la radio. Mientras, miraba las estrellas, cerraba los ojos; empezaba a sonar aquel grupo de mujeres que tocaban soul en una esquina de la Gamla stan, desmenuzando una versión de Lynard Skynard.

A su lado, recogía sus bártulos cerca del puente de Drottningatan la callejera bailaora de flamenco, oriental; cuyo único conocimiento del castellano era la palabra "olé".
Y todavía resuena en mi cabeza la risa de aquella peluquera que miraba con cara entre divertida y pensando esteestáloco mi respuesta sobre el motivo de la visita a su país (cortarme el pelo y de paso, tomar el sol nórdico).

El Buick seguía despacio su camino, las puertas se abrían, silenciosas, para dejar entrar sus sonrisas, sus músicas, su amabilidad,..., las conversaciones, las velas, los rostros nuevos, ..., la tarta princesa. (No tengo suficientes palabras para agradecerlo).
Y el descubrimiento de la casa de las 10.000 botellas pintadas. Y a su creadora diciendo que no está mal de la cabeza ( No tiene sitio para cocinar, dormir, andar por su casa..., las botellas todo lo ocupan), que todo es cuestión de prioridades.


Lo dejo aparcado en la orilla, salgo
resbalo entre la hierba,
y huelo,.., ese aroma del que ya no voy a desprenderme.







domingo, septiembre 18, 2005
Llueve


Llueve como si al cielo le dolieran las quemaduras del sol, como si Atlas le hubiera dado la vuelta al mundo y el Océano estuviera sobre nuestras cabezas. Llueve, enfin, como si el Universo regara sus plantas.

El agua está empándome, sin embargo, miro al cielo; porque sé que los relámpagos son el flash de la cámara de Dios. Y sonrío y digo "patata", y me quito las botas katiuskas para que salgan los peces voladores que han llegado desde el mar.

Camino lento porque no sé cuando volverá a llover. Retengo las gotas que caen sobre mis brazos, me detengo en los canalones, chapoteo en los charcos. Imagino por un momento que me quito el sombrero y me subo a una farola, paraguas cerrado en mano.

No, no sé cuando volverá a llover. Pero tengo la certeza de que mañana desayunaré miel y aspirinas.


jueves, septiembre 22, 2005
Letras



Y a veces, cuando las manos no quieren juntar las letras y lo único que hacen es manchar de negro ese folio con símbolos absurdos, no la arrugo, no. La volteo en alto haciendo cabriolas de papel para que esas letras caigan.

Como una sopa de letras sobre el agua hirviendo. Como una cascada de pensamientos caóticos e inconexos, hasta formar una espuma de "aes y bes" al fondo del precipicio.
Como si Machín tuviera mi cerebro en sus manos y lo utilizara de maraca.

Me gusta quedarme en el suelo, sentado, mirando ese lecho de zetas, "Y" griegas y haches;etc, que inundan cada ladrillo. Como un mercadillo "Sírvase la palabra que más le convenga, que más le guste, la que vaya con usted. La vendo barata y sin regateo".
Y, una vez allí, en el suelo, observar las frases que el azar me tenía reservado. Lo mismo encuentro, por una vez, una palabra nueva que pueda expresar lo que siento.



martes, octubre 04, 2005
Octubre, 3. Noche.



Si tuviera sentido podría contar (¿podría?) que anocheció dos veces el mismo día, o que no amaneció, o que cayeron los velos para dejar ver sus caras, o que ha llegado el momento de repartir cartas y adueñarse del As.

Si tuviera sentido podría contar (¿lo contaría?) que una sonrisa construye mi casa y dos, dos pueden comprar mi alma.

Que en el centro del Universo no hay planetas; sino la alegría, en la que no encuentro diferencias de lenguaje. Y que en un abrazo no hay temor, que en esta vida necesito que me quieran y querer, y en la próxima, querer y que me quieran. Así hasta el infinito y más allá.

Si tuviera sentido podría contar (¿tendría sentido?) que hay escritores con sinfonías de letras en la cabeza; que hay músicos con sopas de notas en su corazón y que hay ojos con orejas como yo capaces de leerles y escucharles (mientras el viento se cuela por los poros de mis mejillas y las hojas de Otoño revolotean como mariposas que no quieren marchar) para culminar que no es casualidad, que lo escribieron y compusieron para mí.

Otro día, otra noche, un abstracto pensamiento, un concreto lugar. Mis raices y el sueño de marchar, mis cambios, mis ganas de compartir y una música dulce como chocolate en el paladar.


domingo, octubre 09, 2005


Porque a veces me pierdo cada día para encontrarme cada noche; (a solas, en el bosque). Porque me engaño al hablarme y al callar me sincero. Porque necesito ser yo cuando me acuesto, y;..., por mil razones que no vienen a cuento, ya no sé discernir si el mundo se hace oscuro cuando paseo -mirando de reojo al cielo-; o es que elijo las sombras para la evasión, la fuga, el desencuentro de mi yo disoluto.

Cuando miro esas luces allá arriba y puedo pensar que son ovnis ú estrellas fugaces o cuando me doy de bruces contra el suelo como Santo Padre en la tumba de San Pedro.
Quizás el camino delante sea un hilo de hormigas gigantes moviendo las antenas o fruto de mis despistadas gafas, y el ruido de fondo el viento sorteando las olvidadas cerezas o el aullar del latín Lupo.

Silencio, soledad acompañada, quietud. Espejo de reflexión.
Tan perdido a veces que no puedo encontrarme mejor.


miércoles, octubre 12, 2005
Delirium


En la senda, la libertad. En el miedo, el acicate. En los ojos, la determinación y en el sueño el corazón en llamas. Llamas que tienden a apagarse al despertar.

En el Infierno puede la muerte espere un alma atormentada, más no tendrá esa suerte, pues sería injusto darle placer más allá del de la vida. En el camino, el horizonte y en el horizonte la estrella como guía. Y en ésta nace cada día el torrente que da vida a mis dedos.

En el delirio la lucidez y dentro de ella otra vez la bendita locura. Una vez escuché "El camino siempre sigue adelante". Me lo dijo el de Pendragon, al oído, mientras yo curaba de mis heridas en forma de gripes y él desenvainaba la espada una vez más, buscando el San Grial.

Delirium porque a veces necesito que las palabras caigan como diluvios y empapen mis sentidos, nublen mi vista, se deshagan, se evaporen y dejen en mí un poso de "verdad".
Sin embargo, la única verdad sigue siendo que mi espada sigue clavada en la piedra, anclada. Y aunque sé que los elegidos se encuentran sólo entre los que lo intentan, yo quedo atrás, como espectador de esta vida, la que pasa por delante, la misma que la muerte, envidiosa, anhela.


martes, octubre 25, 2005
Los cristales del mundo


En silencio este balcón al mundo que son mis ojos se ufanan en la contemplación de esos extraordinarios sucesos cotidianos: Las risas de los amigos entre los árboles templados, los rojos de sus voces, lo tierno de sus besos, el azul de sus limpias miradas. Los reojos, las comisuras, los párpados, las mejillas a contraluz, el alma del viento en sus melodías vitales.

En silencio ese balcón a mi corazón que es el mundo que me rodea trata de imaginarme como un observador solitario y al márgen, despistado, abrazado al susurar del cielo, absorto en la esquiva sonrisa del desconocid@ que contempla divertid@ mi mirada en la suya.

En silencio inquieta mi alma recuerda con sigilo que, aunque me mantengo en la distancia, la sangre circula por mis venas cuando siento esa alquimia sobrevolar vuestras cabezas. Que la distancia me deja contemplar la magia.

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